Vehículo plegable para transporte de hortalizas orgánicas.
De La Huerta
Proyecto desarrollado en el barrio El Faro de la comuna 8 de la ciudad de Medellín, en conjunto con estudiantes de ingeniería mecánica de la Universidad Pontificia Bolivariana.
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El Faro es un barrio que surge por asentamientos de personas desplazadas de toda Antioquia y en general de toda Colombia.
Una de las actividades principales de sustento económico son las huertas comunitarias, situación que ha sido para el equipo de diseño el foco de concentración para desarrollar un producto que mejore las condiciones de vida de quienes se benefician de ella, teniendo en cuenta la recolección, transporte y exhibición de las hortalizas.
Para el desarrollo del proyecto se tienen en cuenta tres momentos específicos que realizan los agricultores para vender los productos:
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Recolección de las hortalizas para su transporte.
Desde El Faro hasta Altos de la Torre, barrio aledaño: 1200 mts aprox. El vehículo está cargado con las hortalizas en las bolsas de lona, pendiente en descenso.
Plegado y cargado.
Desde Altos de La Torre hasta el parque de La Presidenta y regreso: Recorrido en taxi o bus, El Vehículo permite plegarse para guardarse dentro del taxi o bus.
Exhibición.
En Mercados Campesinos: exhibición de las hortalizas para su venta. Vehículo desplegado con las bolsas enganchadas.
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Como resultado se logra un vehículo que puede ser impulsado por el usuario a través de los terrenos irregulares y pendientes del barrio, que puede plegarse para guardarse en la maleta de un automóvil y que permite configurarse como mostrador o exhibidor de los productos.
El trabajo de la tierra como herencia campesina ha sido fuente de sustento y orgullo para nuestra cultura. Más allá del proceso de producción agrícola y de transformación de semillas, es llevar la tradición a los hogares y hacer homenaje al trabajo campesino.
Este es un proyecto que busca que por medio de la compra de hortalizas se valore el trabajo que hacen los habitantes del sector El Faro de la Comuna 8 de Medellín, como medio de sustento para sus familias. No se trata solo de un intercambio económico, es dar a conocer el fruto del trabajo, es tomar la herencia y hacerla tradición, es darle un significado e incluso un sentido al acto de la siembra y tomar la cosecha como un regalo que la naturaleza le hace al campesino para que él lo transmita y lo extienda. Que ese valor simbólico dado a las hortalizas sea el motivo del intercambio.
“Esto es lo que sabemos hacer, si pusieron la mirada en nosotros debemos demostrarles que vivimos y trabajamos la tierra, y que es nuestra; es una manera de mostrar el valor que tiene el trabajo campesino, que lo bueno viene de la huerta”.
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